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Mostrando entradas de abril, 2017

Chiquito jaleo (o el relato del parto)

Bien, voy a hacerlo. Voy a contar mi parto antes de que esas guaridas insaciables que son sus bocas secuestren de nuevo mis tetas. Cuando me quedó claro que las contracciones de Braxton Hicks habían dejado de ser tales para pasar a ser contracciones de parto, se lo confirmé a mi matrona. «Cada dos minutos», le dije. Vive a una hora en coche, así que se puso en camino. Cualquiera pensaría que tras el veloz parto de Jiribilla la llegada de Fetus era inminente, pero aún faltaban horas. Hace poco me enteré de que en el parto de Jiribilla me metieron un chute de oxitocina sintética sin informarme, así que esa fue la razón de su rápida llegada. Cuando llegó la matrona me hizo un tacto y me preguntó si quería saber de cuánto estaba. Debí sospechar con su pregunta, pero no lo hice. «Pues claro», pensé, «será esperanzador: debo andar por los seis o siete centímetros». Con Jiribilla llegué a los tres sin darme cuenta y a partir de ahí empezó a doler. Así que cuando dijo «tres centímetro