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Mostrando entradas de agosto, 2021

Tengo una placenta en el congelador

Tengo una placenta en el congelador. Ahí está desde que nació mi segundo. Con mi primera no lo hice así, desecharon la placenta en el hospital, no se me ocurrió pedirla ni verla. Fue luego cuando me volví más sentimental y la guardé. La idea era romántica: plantarla junto a la semilla de algún árbol para que crecieran al tiempo, mi hijo y la planta. Pero ya sabemos como es esto de la maternidad, una se lía a pasar las noches en vela y babear de amor puro y llorar por las esquinas y se olvida de lo importante. Y ahí sigue, cuatro años y pico después. Es curioso, porque todavía no la he visto. Mi maromo se encargó de meterla en una bolsa de congelación y, voilá , pal cajón. Alguna vez he vislumbrado algo cuando rebusco en ese caos glacial que tenemos. Cualquier día la confundo con un bistec y nos la zampamos. Pero es bonito, ¿no creen? Tener una placenta en el congelador. Es como si todavía estuviera fresco el parto, nunca mejor dicho. Reciente. Como si aún hubiera pañales que cambiar,