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Mostrando entradas de abril, 2019

Llora que te llora

Cuando algo te duele intentas calmar ese dolor. Generalmente tienes recursos para buscar una solución. Y, además, si hay alguien cerca se lo comentas. Cuando tienes hambre sientes un desagradable vacío. Buscas algo que comer y listo. Y, además, si tienes a alguien al lado seguro que se lo dices, tal vez incluso le propones ir a compartir almuerzo. Cuando tienes frío, calor, miedo o una crisis existencial buscas abrigo, fresco, seguridad, ayuda amistosa o profesional. En resumen: cuando sientes una incomodidad fisiológica, psicológica o del tipo que sea, te sientes mal y, por tanto, te quejas. Interiormente al menos. Y, como persona adulta que eres, buscas remedio. Si no puedes encontrar una solución por ti misma, buscas ayuda. Al menos deberías hacerlo. ¿Por qué, entonces, esperamos que un bebé no lo haga? Cuando un bebé o niña/o pequeña/o se siente mal, manifiesta su incomodidad de la única forma que conoce: llorando. No sabe hablar, así de simple. Pero la Madre Naturaleza, en s

La madre de Bambi no tiene nombre

–Mamá, mira lo que hago… Mamááá, ¿estás mirando? –Sí, mi amor, te veo. –¿Lo viste? ¿Viste lo que hice? Y ella, que no quiere mentir, confiesa: –No, tienes razón, no lo vi, ¿puedes repetirlo? Y así contempla una vez más cómo su pequeña Jiri hace el pino, o el drago, o lo que quiera que sea eso. Mira sin ver. Y a la niña no se le escapa una: sabe que su madre está ausente, con la cabeza en las nubes, en la comida, en un recuerdo, en cualquier lugar lejos de ahí, de ella. Por eso vuelve a reclamar su presencia: –¡MAMÁÁÁ! Y mamá se levanta: –Lo siento, mi cielo, no me apetece jugar ahora, estoy cansada. No te estoy prestando atención. Y Jiribilla, ante la estupefacción de su madre, se ríe: –¡Ji, ji, ji! Mami, ¿no te olvidas de aaalgo? Mamá se da cuenta entonces de que Jaleo sigue pegado al pecho. Lamprea, piraña, pulpo. Esa sanguijuela en plena crisis de los dos años. Mami se puso en pie y ahí siguió él, pegado, porque total, a estas alturas de la p