Antes de ser madre tenía pocas amigas con hijos. Una de ellas, a la mínima oportunidad, decía eso de «es que tú no lo entiendes porque no eres madre». Lo cual me daba mucho por saco. Porque no era madre, pero podía hacerme una idea, qué caray. Ja. Lo que voy a relatar a continuación sólo lo comprenderán las madres. Y quizás no todas. Pienso sobre todo en aquellas mujeres cuya sombra ha emergido de forma bestial al convertirse en madres, esas que han sentido removerse todo su ser. Las que tenían una idea muy clara sobre cómo gestionarían su maternidad y se han visto inmersas en un universo diferente que les ha hecho replanteárselo todo. Las que pretendían hacer las cosas de una manera, pero su instinto les gritaba que nanay y han sabido escuchar. Las que se han visto solas y desamparadas transformándose en su nuevo yo. Las que han querido informarse y lo han hecho, pese a las mareas en contra. (Quién sabe, quizás también lo entiendan las personas no-madres muy empáticas). Es di