Ir al contenido principal

Proyectos en la Tierra

Y un día más que no llego a nada.

(Jiribilla abrió el tercer cajón de la cocina, sacó una bayeta verde sin estrenar y me preguntó:
-¿Puedo cogerla para mi cometa?
-Claro, cógela).

No he podido hacer nada. Nada. Ni arreglar las mil fotos pendientes, ni escribir, ni reorganizar armarios, ni cocinar, ni doblar ropa. Algunas de esas cosas son triviales, pero hay que hacerlas.

(A continuación cogió la baqueta de algún tambor que tuvo una vez e intentó engancharla en la bayeta.

-¡Ayúdenme!).

Otro día que se me va volando, inmersa en la rutina. Mis proyectos, en el aire. Detenidos hasta quién sabe cuándo. Ahora toca ir a la cama. Mañana despertaré con la renovada esperanza de tener un ratito por la noche, un ratito más largo, porque esta vez, esta vez, se dormirán muuuy temprano.

(Papá vino al rescate. Más tarde, en el parque, encontraron un palo más largo. Una bayeta y un palo. Y allí se fue corriendo, feliz, volando su «cometa». Feliz, feliz).

Otro día en que lo he tenido todo.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Semana Mundial de la Lactancia Materna (del 1 al 7 de agosto)

«Él tiene más paciencia»

«Él tiene más paciencia», dijo la madre a jornada completa.  Hoy volví a escucharlo. «Él tiene más paciencia». Qué casualidad: este comentario siempre lo sueltan las madres 'full time', esas que no trabajan fuera de casa y se dedican «solo» a la crianza. Hablan de sus maridos, de sus parejas. Al parecer ellos tienen más paciencia con sus hijas e hijos. Ajá. Se me ocurre que es más fácil ser paciente cuando has tenido tu cuerpo y tu mente para ti durante unas horas. Cuando todo tu ser, físico e inmaterial, no ha estado a plena disposición de otra persona que depende de ti. Cuando no has tenido que atender demandas continuas de una o más niñas durante todo el día. Es más fácil tomarlo con calma cuando no has tenido que limpiar un culo mientras haces comidas y coladas, vigilando que el perro no meta el morro en el orinal —sí, tenemos un perro comemierda—. Y, por supuesto, intentando mantener algo de paz visual a lo 'KonMari' recogiendo juguetes y eliminando pegotes del mob

Y llegó el DESTETE

Esto lo escribí hace casi dos años. Lo recupero del baúl de la nostalgia. ---------------------------- Teta, teta y teta. Yo no era más que dos tetas. Primero para ella; después, para ambos; al final solo para él. La teta fue principio. Oxitocina pura. Fue conexión animal, fue pasión. La teta fue refugio y calma y cura. Fue puente, abrazo y calidez. La teta fue hogar, de noche y de día. Durante algo más de seis años y medio mis tetas no fueron mías: fueron nuestras, un nexo que nos convertía en «nosotros» para, lentamente, dar paso al «ellos y yo». El destete fue gradual y lo más natural posible. Digo «natural» porque suena ideal dejar que ellos decidan cuándo dejarla, pero lo cierto es que la agitación me hizo poner límites: primero en el tándem y luego a él. Aun así conseguimos llegar al final sin traumas. El «final», como si fuera una meta. En absoluto. Jaleo llevaba una época cogiéndolo solo cada dos o tres días, antes de dormir, pero en cuanto se metía el pezón en la boca decía «n