Ir al contenido principal

Más vale acompañada que aguantarse las ganas

Es curioso: a él no lo acompañan al baño. En cambio, ya pueden estar pasándolo pipa jugando con superpapá, que como yo me levante y anuncie una fugaz visita al inodoro dejan raudos cualquier aventura y vienen cual cachorrillos perdidos. A veces me escabullo sigilosamente, pero no cuela: se dan cuenta de mi ausencia y no perdonan. Y me veo allí, sentada en el trono, el teléfono escondido con urgencia bajo el rollo de papel –adiós, ratito de paz–, y mis dos secuaces montando guardia: Jiribilla apoyada en el bidé, Jaleo intentando abrir el grifo y yo evitando que resbale para que no se parta la crisma.

–¿Puedo ver tu caca?
–Mmm... Todavía no hay nada.
–¿Ahora?
–No.
–¿Ya?
–No. Mi amor, necesito intimidad... Como cuando tú haces caca en el balcón y nos pides que cerremos bien la puerta y nos quedemos fuera.
–¿Ya?
–Necesito un poquito de tiempo.

Tres segundos después:

–¿Ya hay caca?
–UMPRFF... Sí. Mira.
–¡Puaaaj!

Y así, varias veces al día, de a poquito cada vez, voy vaciando los intestinos.

Cuando papá va al baño yo les animo, les digo que si van con él tendrán la oportunidad de ver una supercaca, pero no, se quedan en mi órbita. Yo soy su sol. Muchas veces agobia, otras muchas me encanta. Nunca pretendí significar tanto para alguien. Yo, pequeña, poco más de metro y medio, llena de inseguridades. Un sol.

Soy una estrella.

Nadie te prepara para esto.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Semana Mundial de la Lactancia Materna (del 1 al 7 de agosto)

«Él tiene más paciencia»

«Él tiene más paciencia», dijo la madre a jornada completa.  Hoy volví a escucharlo. «Él tiene más paciencia». Qué casualidad: este comentario siempre lo sueltan las madres 'full time', esas que no trabajan fuera de casa y se dedican «solo» a la crianza. Hablan de sus maridos, de sus parejas. Al parecer ellos tienen más paciencia con sus hijas e hijos. Ajá. Se me ocurre que es más fácil ser paciente cuando has tenido tu cuerpo y tu mente para ti durante unas horas. Cuando todo tu ser, físico e inmaterial, no ha estado a plena disposición de otra persona que depende de ti. Cuando no has tenido que atender demandas continuas de una o más niñas durante todo el día. Es más fácil tomarlo con calma cuando no has tenido que limpiar un culo mientras haces comidas y coladas, vigilando que el perro no meta el morro en el orinal —sí, tenemos un perro comemierda—. Y, por supuesto, intentando mantener algo de paz visual a lo 'KonMari' recogiendo juguetes y eliminando pegotes del mob

Y llegó el DESTETE

Esto lo escribí hace casi dos años. Lo recupero del baúl de la nostalgia. ---------------------------- Teta, teta y teta. Yo no era más que dos tetas. Primero para ella; después, para ambos; al final solo para él. La teta fue principio. Oxitocina pura. Fue conexión animal, fue pasión. La teta fue refugio y calma y cura. Fue puente, abrazo y calidez. La teta fue hogar, de noche y de día. Durante algo más de seis años y medio mis tetas no fueron mías: fueron nuestras, un nexo que nos convertía en «nosotros» para, lentamente, dar paso al «ellos y yo». El destete fue gradual y lo más natural posible. Digo «natural» porque suena ideal dejar que ellos decidan cuándo dejarla, pero lo cierto es que la agitación me hizo poner límites: primero en el tándem y luego a él. Aun así conseguimos llegar al final sin traumas. El «final», como si fuera una meta. En absoluto. Jaleo llevaba una época cogiéndolo solo cada dos o tres días, antes de dormir, pero en cuanto se metía el pezón en la boca decía «n