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«Él tiene más paciencia»

«Él tiene más paciencia», dijo la madre a jornada completa. 

Hoy volví a escucharlo. «Él tiene más paciencia». Qué casualidad: este comentario siempre lo sueltan las madres 'full time', esas que no trabajan fuera de casa y se dedican «solo» a la crianza. Hablan de sus maridos, de sus parejas. Al parecer ellos tienen más paciencia con sus hijas e hijos. Ajá.

Se me ocurre que es más fácil ser paciente cuando has tenido tu cuerpo y tu mente para ti durante unas horas. Cuando todo tu ser, físico e inmaterial, no ha estado a plena disposición de otra persona que depende de ti. Cuando no has tenido que atender demandas continuas de una o más niñas durante todo el día. Es más fácil tomarlo con calma cuando no has tenido que limpiar un culo mientras haces comidas y coladas, vigilando que el perro no meta el morro en el orinal —sí, tenemos un perro comemierda—. Y, por supuesto, intentando mantener algo de paz visual a lo 'KonMari' recogiendo juguetes y eliminando pegotes del mobiliario taitantas veces al día, hasta que claudicas y vives en una cochiquera –y, por consiguiente, tu espíritu también vive en el caos–. Es más factible ser paciente cuando has podido tener una o dos conversaciones con otra persona adulta sin interrupciones.

Tal vez, solo tal vez, habiendo «desconectado» de tus hijos sea más fácil brindarles atención genuina y no obligarte a «estar», sí, OBLIGARTE porque tu mente divaga, y divaga porque necesita unas vacaciones de esa atención distraída continuada, por no hablar de la carga mental que está siempre de fondo. O en primer plano, ya ni sé.

TENER TIEMPO PARA UNA MISMA es clave. Lo sabemos. Cuando tenemos un ratito para nosotras, aunque sea diez minutos, recargamos energías y estamos mejor con ellos. A veces ese tiempo es para hacer tareas que tienen que hacerse, como comprar o barrer (ya hacer ejercicio es un lujo). Pero aunque sea fregando los platos sin ellos agarrándote o llamándote...

Es necesario desconectar de ellas y conectar con una misma para reconectar desde el corazón, con la atención que merecen y merecemos prestarles. ¿Es de mala madre? No. Es necesario para la cordura, para poder seguir funcionando lo mejor posible.

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